Manifiesto de los periodistas de Ciudad Real
La Asociación de Periodistas de Ciudad Real ha elaborado un comunicado con motivo de la celebración este jueves del Día Mundial de la Libertad de Prensa. El texto será leído por una representación de los profesionales de la provincia al término de una concentración que se celebrará a partir de las 12 del mediodía en la Plaza Mayor.
MANIFIESTO
– La libertad de prensa es una condición inexcusable para la pervivencia de la democracia y la falta de cumplimiento en su ejercicio asegura su muerte cierta.
– La libertad de prensa parte de la base del ejercicio de la libertad de información ejercida por los periodistas y comunicólogos. Una información libre, veraz e independiente, que la sociedad tiene derecho a exigir y, a su vez, los periodistas tienen el derecho y, sobre todo, la obligación de practicar. Porque no podemos olvidar la autocrítica: es fundamental que tratemos de seguir ejerciendo nuestra profesión con rigor, buscando siempre la veracidad y la calidad de nuestros textos, la responsabilidad en el uso del lenguaje y , por supuesto, el respeto por el conocimiento. Somos uno de los principales motores de divulgación de la cultura entre la población y debemos ejercer ese papel con responsabilidad.
– Pero para todo ello es fundamental defender la posibilidad de ejercer el derecho a elaborar una información libre, veraz e independiente, algo que está amenazado en la actualidad por muchos factores. El primero de ellos es la crisis que atenaza a los medios de comunicación en las sociedades libres y desarrolladas, una realidad que ha tenido como efecto inmediato el adelgazamiento de las plantillas de esos medios y, simultáneamente, la drástica rebaja de los salarios de quienes han podido seguir dentro de la estructura empresarial.
– Como consecuencia, el panorama informativo se ha poblado de informadores autónomos y falsos autónomos que comprueban cada día la fragilidad de su situación laboral.
El miedo a perder el sustento no es solo una amenaza que pende sobre las cabezas de quienes han quedado fuera de la protección de las estructuras empresariales. También es compartido por el resto de la comunidad periodística. En esas condiciones de inseguridad, el ejercicio de la libertad de información se convierte en una labor cada vez más difícil para muchos periodistas.
– A ello hay que añadir las presiones que, desde todos los ámbitos –políticos, económicos, institucionales, sociales– se han ejercido siempre sobre los informadores, pero ahora con mayor intensidad y más posibilidades de éxito, porque existe una conciencia y constatación generalizada de que la posición del periodista es hoy más frágil de lo que lo fue en el pasado.
– Y por si eso no fuera suficiente, la información libre, veraz e independiente se enfrenta ahora al desafío de la multiplicación de las noticias falsas, los bulos y las manipulaciones que, de forma masiva, constante e implacable, inundan las redes sociales y vías de comunicación en las que los ciudadanos se relacionan actualmente con el mundo exterior y con las que conforman sus criterios.
– En estas condiciones, es obligado hacer un contundente llamamiento a todos los actores de la sociedad:
A los Gobiernos, partidos políticos e instituciones de toda índole, para que respeten el trabajo de informar con libertad, independencia y veracidad de los periodistas y acepten, sin intentar coaccionar, el resultado de sus averiguaciones. El libre ejercicio de nuestra profesión es una garantía del buen funcionamiento del sistema democrático.
A los responsables políticos, para que legislen en una dirección que no intente restringir la libertad de prensa y para que revisen en España los llamados “delitos de opinión”, de manera que la legislación española se adecúe a los estándares de los países democráticos de nuestro entorno. Y para que se tenga muy presente que el secreto profesional no solo es un derecho del periodista, sino una obligación de este para garantizar la confidencialidad de sus fuentes de información, sin cuya aportación sería imposible hacer públicas informaciones relevantes.
También a ellos les pedimos que impulsen tanto una ley de publicidad institucional que establezca criterios objetivos, cuantitativos y cualitativos, que moderen la discrecionalidad en este ámbito, como iniciativas concretas que garanticen la igualdad salarial en la profesión para hombres y mujeres, una brecha que, desgraciadamente, afecta a todos los sectores productivos. Asimismo, que no olviden rodearse de profesionales en tareas de comunicación, además de exigir siempre que quienes se ocupen de esta labor desde las instituciones sean periodistas, explicitándolo así en todas las convocatorias públicas que se hagan.
A las empresas periodísticas, les recordamos que tienen la obligación de ser conscientes de que la actividad a la que se dedican no puede ser únicamente un negocio rentable, sino que es una función decisiva para garantizar la salud del sistema democrático. Así pues, deben asumir en la misma medida su responsabilidad por el decisivo papel social y político que cumplen los medios de comunicación.
A los propios periodistas, que están obligados a resistir las presiones de que puedan ser objeto, porque sobre ellos descansa la mayor de las responsabilidades: garantizar que los ciudadanos reciban una información cierta y no sometida a intereses espurios y desconocidos. Y que deben mantener su actividad en estos términos, de tal forma que la ciudadanía sepa que puede recurrir a las noticias veraces que ellos les ofrecen frente a la avalancha de falsedades sin autor conocido que las redes sociales albergan.
Finalmente, a la ciudadanía, para que sea consciente de que recibir una información de calidad y libre de contaminación y de intereses ocultos, no solo es un derecho que les asiste como miembros de una comunidad de seres libres e iguales, sino que es la única garantía de que esa condición –la cual les convierte en ciudadanos de una democracia– necesita ser respaldada activamente por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Este es el único camino que garantiza la pervivencia de esa democracia que disfrutamos, insistimos.
Por último, no podemos olvidarnos de dos asuntos que nos preocupan mucho hoy y que afectan de manera directa al ejercicio de nuestra profesión con libertad. Por un lado, enviamos todo nuestro apoyo a todos los profesionales que trabajan de manera íntegra y valiente en lugares como Cataluña, donde tanto están sufriendo el acoso y los mayores ataques a la libertad de expresión, por medio de constantes coacciones de todo tipo, a imagen y semejanza de lo que pasó hace muchos años en el País Vasco, donde hacer periodismo era un ejercicio diario de heroísmo.